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  • Foto del escritorNicole Rojas Berrazueta

El resplandor de Kubrick

El análisis antropológico y etnológico del autor Marc Augé menciona sobre los lugares, no lugares y espacios en donde relaciona al sujeto en su dimensión histórica y cultural. La adaptación de este filme “El Resplandor” de Stephen King, un drama de terror psicológico protagonizado por Jack Nicholson y dirigido por el famoso Stanley Kubrick, mostrando un claro ejemplo entre los lugares que se convierten en itinerarios.



Los personajes principales consisten en el padre, madre e hijo que deciden trasladarse a un hotel para cuidar desde lo más alto de la montaña. En las primeras escenas se evidencia que el encargado del hotel propone el trabajo a Jack advirtiéndole sobre la tragedia que hubo en el lugar. Un factor importante en la trama es que el niño es el personaje principal, tiene ese don especial que lo conecta con su salvador, tiene “El resplandor”.


A lo largo de la historia aparecen escenas que quitan coherencia al espectador y hace que exista ese efecto psicológico que funciona como preparación para que exista tensión en la trama. El pequeño niño llamado Daniel va experimentando entre la vivencia del pasado y el futuro. Jack en cambio va de lo atemporal.



Augé menciona sobre la existencia de dimensiones diferentes pero que no están opuestas: lugares y no lugares:


Los límites de la visión culturalista de las sociedades, en tanto se considera sistemática, son evidentes: esencializar cada cultura singular es ignorar a la vez su carácter intrínsecamente problemático, del que dan testimonio sin embargo en cada momento sus reacciones ante las otras culturas o ante las sacudidas de la historia, y la complejidad de una trama social y de posiciones individuales que no se pueden nunca deducir del "texto" cultural. Pero no habría que ignorar la parte de realidad que subyace en la fantasía nativa y en la ilusión etnológica: la organización del espacio y la constitución de lugares son, en el interior de un mismo grupo social, una de las apuestas y una de las modalidades de las prácticas colectivas e individuales. Las colectividades (o aquellos que las dirigen), como los individuos que se incorporan a ellas, tienen necesidad simultáneamente de pensar la identidad y la relación y, para hacerlo, de simbolizar los constituyentes de la identidad compartida (por el conjunto de un grupo), de la identidad particular (de tal grupo o de tal individuo con respecto a los otros) y de la identidad singular (del individuo o del grupo de individuos en tanto no son semejantes a ningún otro). El tratamiento del espacio es uno de los medios de esta empresa y no es de extrañar que el etnólogo sienta la tentación de efectuar en sentido inverso el recorrido del espacio a lo social, como si éste hubiera producido a aquél de una vez y para siempre. Este recorrido es "cultural" esencialmente, puesto que, pasando por los signos más visibles, más establecidos y más reconocidos del orden social, delinea simultáneamente el lugar, por eso mismo definido como lugar común (Augé, 2000, pág. 28).

Esto nos ayuda a deducir que la trama juega un espacio importante para la historia, ya que el espacio se convierte en un lugar donde el ser humano pasa a tener elementos que lo anima y lo personaliza, es un espacio simbolizado en el que brinda varias posibilidades de caminos en el que generan y conservan ese lenguaje que utilizan. Dentro de esto se compara al hombre peregrino como un espectador.



El actor, es quien convierte un “espacio geométrico”, en términos de Merleau Ponty, en un lugar antropológico. Quien, en la creación de lo social orgánico, conserva el lugar como un lugar de memorias. Como aquella estructura cúbica, con sillas y mesas, lámparas amarillas y una barra para el bar en el centro, que los huéspedes conocen y sienten como el lugar de fiesta. El espectador es el protagonista de los no lugares, en una condición solitaria, no encuentra otra imagen más que la de sí mismo. En el texto, se diferencian dos realidades complementarias para este sujeto en el “no lugar”. Una de ellas es una construcción de espacios “de paso” con ciertos fines, que se multiplican en modalidades: cadenas de hoteles, medios de transporte, campos para refugiados. Una serie de elementos cuantificables que en un cálculo conjunto presentan resultados netamente materiales (El volumen, la superficie, la velocidad de un tren) (Ordoñez, 2016).



Este filme a lo largo del tiempo se ha convertido en un clásico de la época, una fusión del terror psicológico y dramático. Las escenas juegan un factor importante en la historia, porque permite determinar el ritmo de cómo va experimentando la trama el espectador. Todo el equipo que realizó el filme permitió detallar al público los elementos que querían compartir y los que querían descartar “los no lugares”.


Esta película es una muestra artística en el que se asemeja en lo que menciona Augé:


“Reservaremos el término “lugar antropológico” para esta construcción concreta y simbólica del espacio que no podría por sí sola dar cuenta de las vicisitudes y de las contradicciones de la vida social, pero a la cual se refieren todos aquellos a quienes ella les asigna un lugar, por modesto o humilde que sea. Justamente porque toda antropología es antropología de la antropología de los otros, en otros términos, que el lugar, el lugar antropológico, es al mismo tiempo principio de sentido para aquellos que lo habitan y principio de inteligibilidad para aquel que lo observa.”

Bibliografía


- Augé, M. (2000). LOS «NO LUGARES» ESPACIOS DEL ANONIMATO. Obtenido de El lugar antropológico : http://designblog.uniandes.edu.co/blogs/dise2609/files/2009/03/marc-auge-los-no-lugares.pdf


- Ordoñez, C. N. (9 de mayo de 2016). De los lugares a los no lugares: El resplandor de Kubrick, la libertad y la hegemonía de los itinerarios . Obtenido de Revista Punto Tlon : http://revistapuntotlon.comunicacionudlh.edu.ec/archivos/516#.W9U1bWhKjak

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